Un Aperitivo junto al mar.


Puerto de la Cruz es, sin lugar a dudas, un lugar que recala en el recuerdo de aquel que lo visita. Por una cosa u otra, ha sido el destino de muchísimos viajero. Y, en todo momento, aunque por distintas razones, en su historia siempre ha estado presente, y de manera muy significativa, su relación con la gastronomía.
Su historia se remonta al siglo XVI, donde destaca su actividad portuaria con Europa y América. En este momento, la vinculación con estos puntos geográficos era la caña de azúcar. Pero a partir de la segunda mitad del siglo XIX, la competencia del azúcar procedente de las Antillas hace que el interés se centre en el cultivo y comercio del vino. Durante los dos siglos posteriores es el motor de la actividad económica del municipio.
La comercialización del vino de Malvasía con Inglaterra se convierte en un importante pilar de la economía de la ciudad, esta variedad de vino llegó a ser considerada la mejor del mundo. Pero a finales del siglo XVII comienza el declive por la aparición de nuevas competencias. Varios factores, entre ellos la situación política española, de ese momento, perjudicaron al comercio exterior de esta variedad de uva, provocando grandes pérdidas. Pero los comerciantes no dejaron de producir, sustituyeron la Malvasía por vidueños, que aunque su calidad era inferior, remontó el comercio. Y así aguantaron unos años más. El plátano tomó relevo y fue el cultivo de referencia en las primeras décadas del siglo XX. Pero no se sostuvo más allá de la mitad del siglo pasado.
De esta manera, su actividad agrícola va decreciendo con el paso del tiempo. Su excelente clima y el carácter abierto de sus habitantes, hacen que en el siglo XIX Puerto de la Cruz se convierta en el destino elegido por muchos viajeros europeos. En la segunda mitad del siglo XX llega a ser considerado el primer municipio turístico de Canarias. A partir de ese momento y hasta hoy, es uno de los lugares más cotizados a nivel internacional.
En esta orilla del valle de La Orotava se combina la arquitectura tradicional con una planta hotelera de primera categoría, a la que acompaña una gran variedad de cocinas exquisitas. La mezcla de culturas que aquí conviven la han convertido en una ciudad cosmopolita dispuesta a acoger a todo aquel que se enamora de esta villa, de forma estable o pasajera.
La tradición de hospitalidad hace que se cuiden al máximo los detalles. Así, uno de los atractivos de esta ciudad es la minuciosa atención con que se trata al huésped. En la extensa variedad de restaurantes que encontramos en Puerto de la Cruz podemos elegir entre la cocina de nuestro archipiélago o la de otros lugares. Por otra parte, no sólo se vela por la calidad de los alimentos, sino que también se cuida con especial atención la combinación de sabores, sin perder la sencillez y la autenticidad.
La magnífica temperatura que ya es signo de identidad de esta localidad, más el atractivo humano que conserva, realzan el apetito  por una tarde en cualquiera de las terrazas que se encuentran a lo largo  de toda su costa. Junto al mar o en el interior, con una extensa y variada oferta de tapas, platos combinados y buenos vinos. En las cartas de sus restaurantes vamos a encontrar cualquier plato que se nos antoje, pero, sin duda, no podemos pasar por alto los alimentos procedentes del mar. Una tapa de lapas, chicharros fritos, o platito de Pulpo guisado nos abrirá el apetito para dar paso a un plato de potaje, una sopa verde o un puchero. Y de segundo el mar nos vuelve a rellenar la carta con una Vieja, una Sama o una Morena frita cargada de sabor.
Una de las mejores ofertas que nos hace esta localidad, aparte de deleitarnos con platos exquisitos, es la oportunidad de ser testigos del arte de la pesca. Se hacen placenteras las mañanas junto al muelle. Allí nos sorprende la llegada de los barquitos, cargados de pescado fresco: viejas, samas, sardinas, chicharros, o caballas. De inmediato vendido, a los establecimientos hoteleros de la zona de para el deleite de las muchas personas que tiene la suerte de vivir o ser adoptados por unos días por esta bella ciudad.

                                                               Raquel González

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